Dirección: Calle María Bellido, 120, 23710-Bailén (Jaén)
Teléfono: 615 41 50 28
Horario : 12-16 h y 20-24 h.
Precio del menú degustación previa reserva: 60 euros por comensal.
Horario : 12-16 h y 20-24 h.
Precio del menú degustación previa reserva: 60 euros por comensal.
Qué
casualidades tiene la vida... unos días antes unos amigos nos
ofrecieron salir a almorzar a un restaurante en Bailén, que al parecer
estaba teniendo éxito y que podría ser interesante. Y tanto si lo fue.
Resultó
que la reserva se hizo antes de que el jovencísimo chef Jesús Moral
recibiera nada menos que el premio como cocinero revelación en el evento
Madrid Fusión 2017.
Así que claro está fuímos todavía con más interés dada la juventud del cocinero y lo desconocido de sus creaciones culinarias.
El lugar esta bien habilitado, es un amplio salón diáfano y acogedor, sin pretensiones pero cómodo y agradable.
Nos atendieron varios camareros y por supuesto entre ellos el jefe de sala es su padre Miguel. Creador del negocio inicial y colindante, ya que todo empezó con el bar Taberna de su padre Miguel.
Nos atendieron varios camareros y por supuesto entre ellos el jefe de sala es su padre Miguel. Creador del negocio inicial y colindante, ya que todo empezó con el bar Taberna de su padre Miguel.
Cuando
Jesús terminó sus estudios en la Escuela de Hostelería de La Laguna y
su paso posterior por otros importante fogones de la provincia como el
Restaurante Casa Antonio de Jaén capital entre otros, su padre le ayudó a montar su restaurante, donde descubrimos que
este joven ya despunta como un futuro gran chef.
Es pronto todavía para ensalzar sus bondades de forma permanente pero claramente apunta maneras de éxito total.
Nos
encontramos con que la provincia de Jaén poco a poco va haciéndose un
importante hueco en el panorama gastronómico nacional y pronto
internacional, con la ayuda del AOVE. Y a esto le sumamos el éxito
constante de nuevos cocineros muchos de ellos de la misma raíz en el
aprendizaje gastronómico.
A la juventud de Jesús Moral se unen características y bondades no muy propias a veces e incluso difíciles de encontrar, hablamos de capacidad de escuchar, humildad, sinceridad, honradez y buen hacer. Casi nada.
Por ello tuvimos la suerte de deleitarnos con su menú degustación y con una carta que aunque sin grandes pretensiones, fue adecuada a todos los niveles, con productos de máxima frescura y calidad incluso en los referidos al mar y encontrándonos en tierras interiores.
Como adelantaba antes el local es agradable y muy accesible, algo muy de agradecer hoy en día que se piensa poco en las personas discapacitadas, bien ventilado y con buena acústica, algo que se agradece siempre, teniendo en cuenta que a veces se montan reuniones un tanto ruidosas.
Comenzamos con una perfecta croqueta de perdiz y boletus acompañado con una mini tosta con paté casero de perdiz, que sinceramente nos supo a poco entre el hambre que hacía y la expectación, pero de una exquisitez digna de resaltar y sin exagerar.
Continuamos con una tartaleta de esparragos trigueros silvestres adecuadamente blanqueados y crujientes que mezclaba su pequeño amargor con una emulsión de ibéricos. Buena combinación desde nuestro humilde punto de vista.
Y desde aquí ya supimos que la cosa no iba de farol, sino que se entreveía una excelente degustación.
A continuación nos deleitó con una espuma de calabaza con una "Tapica de Carrueco o carruécano" o crujiente con crema de calabacín (una variante de planta) como se le conoce también en Jaén, de textura sedosa y muy agradable, presentado en un mini lebrillo, muy original la verdad. Después pudimos degustar unas fresquísimas gambas blancas de Huelva en una suave infusión que contrastaba el suave dulzor de la gamba con un leve amargor de ésta. Muy agradable.
Seguimos con un exquisito rodaballo al vapor con unas crujientes judías verdes y salsa de perejil, para repetir! Es tan agradable poder saborear productos del mar como el rodaballo, la gamba roja, la gamba de Huelva, las cocochas, la corvina, etc., en este restaurante con la misma calidad que en la costa, gracias sin duda a proveedores de confianza que cuidan el producto. ¡Enhorabuena!
Otro prueba de ello fue el siguiente plato, mar y montaña, compuesto de gamba roja, mejillones y costillitas de conejo en caldo de carne con hierbabuena, todo un acierto.
Continuamos con el que fue para mi el plato favorito, se trata de foie con unas generosas huevas de erizos de mar sobre la que el propio chef Jesús Moral tuvo al delicadeza de verter sobre cada plato un suave consomé de pato. ¡Maravilloso!
El último plato antes de los tan esperados postres no desmereció ni bajo el nivel y calidad de este joven chef, se trataba de unos muslitos y pechuga de codorniz de tiro con setas de monte (le llaman también angulas de monte) y mini zanahorias. A mi particularmente me encanto que estuviera rebozada con pan rallado. Un toque muy acertado y que le daba personalidad a la preparación.
Y llegamos a los postres. Y el primer detalle fue como quiso hacer el cambio de tercio, si, me refiero que comenzó con lo que puede parecer algo tan simple como un trozo de queso de cabra, AOVE y miel de caña, una combinación que nos preparaba el paladar para dos excelentes postres.
El primero un helado de leche de cabra con frutos rojos y tierra de galleta que verdaderamente nos enamoró (nos contaba su padre el proceso desde el ordeño de las cabras, todo un detalle) y el segundo una tarta de chocolate casera con helado de café que nos dejó más que satisfechos, pero a la par con ganas de más, por pura gula y desenfreno de los sentidos.
Por otra parte algunos miembros de la sociedad optaron por pedir a la carta, y os aseguramos que los platos fueron de muy alto nivel y calidad. Ejemplos como la corvina de estero al vapor, el arroz con presa ibérica y trompetas negras, las cocochas de bacalao al pil-pil, o la tartaleta de manzana con leche merengada.
Los tiempos entre platos muy correctos y el trato exquisito del personal de sala hicieron de esta ocasión, una de las mejores que he podido disfrutar, y por suerte han sido muchas.
En mi humilde opinión, acierto pleno en sus planteamientos culinarios, aunque por supuesto siempre mejorables como él mismo nos decía al acabar el festín. La sencillez y humildad por delante.
Enhorabuena de corazón y amenazamos con volver.
A la juventud de Jesús Moral se unen características y bondades no muy propias a veces e incluso difíciles de encontrar, hablamos de capacidad de escuchar, humildad, sinceridad, honradez y buen hacer. Casi nada.
Por ello tuvimos la suerte de deleitarnos con su menú degustación y con una carta que aunque sin grandes pretensiones, fue adecuada a todos los niveles, con productos de máxima frescura y calidad incluso en los referidos al mar y encontrándonos en tierras interiores.
Como adelantaba antes el local es agradable y muy accesible, algo muy de agradecer hoy en día que se piensa poco en las personas discapacitadas, bien ventilado y con buena acústica, algo que se agradece siempre, teniendo en cuenta que a veces se montan reuniones un tanto ruidosas.
Comenzamos con una perfecta croqueta de perdiz y boletus acompañado con una mini tosta con paté casero de perdiz, que sinceramente nos supo a poco entre el hambre que hacía y la expectación, pero de una exquisitez digna de resaltar y sin exagerar.
Continuamos con una tartaleta de esparragos trigueros silvestres adecuadamente blanqueados y crujientes que mezclaba su pequeño amargor con una emulsión de ibéricos. Buena combinación desde nuestro humilde punto de vista.
Y desde aquí ya supimos que la cosa no iba de farol, sino que se entreveía una excelente degustación.
A continuación nos deleitó con una espuma de calabaza con una "Tapica de Carrueco o carruécano" o crujiente con crema de calabacín (una variante de planta) como se le conoce también en Jaén, de textura sedosa y muy agradable, presentado en un mini lebrillo, muy original la verdad. Después pudimos degustar unas fresquísimas gambas blancas de Huelva en una suave infusión que contrastaba el suave dulzor de la gamba con un leve amargor de ésta. Muy agradable.
Seguimos con un exquisito rodaballo al vapor con unas crujientes judías verdes y salsa de perejil, para repetir! Es tan agradable poder saborear productos del mar como el rodaballo, la gamba roja, la gamba de Huelva, las cocochas, la corvina, etc., en este restaurante con la misma calidad que en la costa, gracias sin duda a proveedores de confianza que cuidan el producto. ¡Enhorabuena!
Otro prueba de ello fue el siguiente plato, mar y montaña, compuesto de gamba roja, mejillones y costillitas de conejo en caldo de carne con hierbabuena, todo un acierto.
Continuamos con el que fue para mi el plato favorito, se trata de foie con unas generosas huevas de erizos de mar sobre la que el propio chef Jesús Moral tuvo al delicadeza de verter sobre cada plato un suave consomé de pato. ¡Maravilloso!
El último plato antes de los tan esperados postres no desmereció ni bajo el nivel y calidad de este joven chef, se trataba de unos muslitos y pechuga de codorniz de tiro con setas de monte (le llaman también angulas de monte) y mini zanahorias. A mi particularmente me encanto que estuviera rebozada con pan rallado. Un toque muy acertado y que le daba personalidad a la preparación.
Y llegamos a los postres. Y el primer detalle fue como quiso hacer el cambio de tercio, si, me refiero que comenzó con lo que puede parecer algo tan simple como un trozo de queso de cabra, AOVE y miel de caña, una combinación que nos preparaba el paladar para dos excelentes postres.
El primero un helado de leche de cabra con frutos rojos y tierra de galleta que verdaderamente nos enamoró (nos contaba su padre el proceso desde el ordeño de las cabras, todo un detalle) y el segundo una tarta de chocolate casera con helado de café que nos dejó más que satisfechos, pero a la par con ganas de más, por pura gula y desenfreno de los sentidos.
Por otra parte algunos miembros de la sociedad optaron por pedir a la carta, y os aseguramos que los platos fueron de muy alto nivel y calidad. Ejemplos como la corvina de estero al vapor, el arroz con presa ibérica y trompetas negras, las cocochas de bacalao al pil-pil, o la tartaleta de manzana con leche merengada.
Los tiempos entre platos muy correctos y el trato exquisito del personal de sala hicieron de esta ocasión, una de las mejores que he podido disfrutar, y por suerte han sido muchas.
En mi humilde opinión, acierto pleno en sus planteamientos culinarios, aunque por supuesto siempre mejorables como él mismo nos decía al acabar el festín. La sencillez y humildad por delante.
Enhorabuena de corazón y amenazamos con volver.
-glc2017-